viernes, 6 de septiembre de 2013

Octeto de Schubert en FA M.Op.Póst- 166d.803







F.Schubert






Fue escrito entre febrero y marzo de 1824,por encargo del conde Fernando Troyer, intendente de Archiduque Rodolfo ( ilustre alumno y benefactor de Betthoven) y clarinetista aficionado que organizaba veladas musicales en su mansión. en el repertorio de estas veladas era pieza favorita el famosíismo Septimino Op 20 de Beethoven (1802) cuya popularidad era tan abusiva que había llegado a irritar al vienés de Bonn-


el septeto de Beethoven, organizado 
en seis movimientos, incluía tres instrumentos de viento 
(clarinete, fagot y trompa) y cuatro de cuerda (violín, viola, violonchelo y contrabajo). Schubert aceptó el encargo 
sin rechistar, aceptó el plan formal con leves variantes (intercambio de lugar entre el minueto y el scherzo), copió 
literalmente el juego de tonalidades, aunque con distinto 
punto de partida y llegada (el Septimino es obra en Mi bemol mayor) y añadió al conjunto un segundo violín. Impuesto o no por quien le encargó la obra, se trata de un 
evidente homenaje a un músico que admiraba y que, viviendo en la misma ciudad, no había hecho al joven compositor de 27 años el más mínimo caso. 
Aunque el Octeto de Schubert no ha acabo de alcanzar la misma popularidad que su modelo el Septimino beethoveniano, hoy nos causa una impresión de mayor personalidad, de más madurez. El encantador Septeto no es 
aún el Beethoven granado, mientras que el Octeto, no menos encantador, nos parece más sólido y profundo. ¡Ironías del destino! 
En el cuarto movimiento, ambos trazaron un tema con 
variaciones. Beethoven escogió una canción popular renana. En el Octeto, y tras la experiencia próxima (enero de 
1924) de las Variaciones para flauta y piano sobre un tema propio de La bella molinera, D. 802, Schubert escoge 
una melodía de su «singspiel» de 1815 Die Freunde von Salamanca, D. 326, un dúo amoroso que ahora engalana con 
siete variaciones repletas de ingeniosos recursos para el 
lucimiento de los componentes del octeto. En las obras siguientes, por cierto, volvería sobre el mismo recurso: En 
el Cuarteto en La menor D. 804 utilizará en el Andante una 
melodía de Rosamunda, y en el minuetto recordará una 
de sus canciones. Y el cuarteto que le sigue, el D. 810 en 
Re menor, es conocido umversalmente con el sobretítulo 
de «La muerte y la doncella», uno de los más sobrecogedores Heder de Schubert, que escucharemos en el último 
concierto de este ciclo. 

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