En 1995 tuve la oportunidad de asistir a un concierto sobre Reger, en la Escuela Superior de Bellas Artes de la ciudad de Bremen, en Alemania; en esos días se desarrollaba un proyecto interdisciplinario, que giraba en torno a la fígura de Reger, y que se titulaba "Desde la profundidad del alma". Por aquel entonces, solamente había escuchado algunas obras para órgano, pero la obra para piano era totalmente desconocida por mí. Después conocí al Prof. Kurt Seibert, heredero directo de la escuela tradicional alemana de Edwin Fischer, que es catedrático de piano de esa Escuela Superior de Música, y principal impulsor del compositor bávaro en Alemania. Me invitó a preparar con él algunas obras de Reger. Daniel Baremboim dijo una vez que no estudiaba obras de Reger por la extrema dificultad que entrañaban; yo pensaba: ¿Cómo voy a tocar Reger, si Baremboim opina así? Pero el Prof. Seibert me instaba a adentrarme en ese pozo sin fondo de las formas musicales de Max Reger, hasta que un día, se decidió a organizar un Festival Internacional en la ciudad bávara de Weiden -donde Reger pasó los primeros años de su vida, una vez que sus padres se trasladaran desde Brandt, su ciudad natal- y al estudiarlo a fondo para preparar dicho festival, descubrí en su obra para piano un nuevo mundo de inspiración y de verdadero sentimiento romántico. Recientemente he tenido la oportunidad de presentarme en este Festival con su última composición para piano "Traüme am Kamin" op. 143, (Sueños en el hogar), y con algunos de sus preludios y fugas. También he sido invitado para estrenar estas obras en Madrid y en otras ciudades españolas.
He podido comprobar que Reger era un perfeccionista, característica que no por tópica deja de ser cierta, aplicada al modo de ser de los alemanes, sobre todo de los bávaros. Sus partituras originales poseen una caligrafía única, donde las indicaciones dinámicas están pintadas en rojo, mientras que la grafía notacional está escrita en negro. Se preocupaba de que los editores comprendieran su escritura, al menos, para que fuera fácil de publicar. Haciendo un análisis detenido de su lenguaje musical, he llegado a la conclusión de que la de Reger era una personalidad llena de contrastes, y sin embargo, a través de documentos gráficos y testimoniales, nos ha llegado la impresión de que le embargaba la tristeza: existen fotografías, y en ninguna de ellas aparece sonriendo, por eso, a veces se comete el error de interpretar su música fijándose sólo en la dimensión más superficial y externa de su personalidad, que ha llegado a nosotros a través de elementos extramusicales. Como estos elementos inducen al apagamiento y a la carencia de vitalidad ¿quiere decir esto que la música de Reger deba interpretarse con esa impronta? Precisamente todo lo contrario.
Una vez, una pianista bastante conocida en Alemania, después de haber interpretado una "Humoresca" de Reger de manera técnicamente perfecta, pero sin carácter, convirtiéndola en una interpretación tediosa y cansina, me comentaba que precisamente ese es el verdadero espíritu de Reger, porque sólo hay que contemplar las fotografías del compositor y corroborar así su afirmación. Pensando como esa pianista, no me extraña que la música de Reger no haya llegado todavía a ser popular. Lo que Reger era incapaz de expresar de otra manera en su vida personal y social, lo expresaba con la música en sus composiciones para piano, y por eso se equivocan los que intentan aplicar a su música los rasgos de su carácter. ¿Cómo puede limitarse un intérprete a la opinión de los historiadores de la música o a la de los eruditos, cuando se puede llegar a la clave de una interpretación musical desmenuzando la partitura? Se ha venido admitiendo en los círculos musicales, incluso en los más especializados, casi con tintes fatalistas, que la mayor parte de la música de Reger es difícil de comprender y por lo tanto de escuchar. Por eso, el intérprete debe tener en cuenta tres aspectos fundamentales en una audición de música de Reger:
- Capacidad de improvisación del intérprete.
- Claridad en la ejecución
- Concentración en la armonía a expensas de la melodía.
- Capacidad de improvisación del intérprete.
- Claridad en la ejecución
- Concentración en la armonía a expensas de la melodía.
Es importante que el intérprete que estudie una partitura de Reger llegue a crearse una serie de recursos técnicos puntuales para llegar, a poder improvisar en sintonía con el carácter improvisatorio del compositor, incluso para que en caso extremo de fallo de la memoria, asunto que preocupa a todos los intérpretes, el mal llamado "error" no sea perceptible ya que puede quedar integrado en la arquitectura de la obra no como un postizo sino como un detalle ornamental. ¿Cómo se consigue esto? Naturamente, la técnica de la improvisación no se puede resumir en unas líneas, ya que constituye un proceso gradual partiendo de acordes simples, acompañados de melodías simples, hasta llegar a acordes más complejos. El propio intérprete debe saber en qué casos son necesarios estos recursos. Lo que mi experiencia puede aportar es la recomendación de la práctica improvisatoria sobre todo con movimientos lentos. Lo que sí parece ser un hecho comprobado es que los intérpretes latinos tenemos ventaja sobre otros intérpretes dado nuestro carácter impulsivo y emocional, ya que este carácter puede ayudar a la hora de captar la intención del compositor.
Max Reger era un músico ambicioso, por lo que fue un trabajador incansable. Quería con sus obras superar a Brahms, y convertirse en el compositor más famoso de su país; su legado es vastísimo. Tuvo problemas con el alcohol y muchas de sus obras fueron compuestas en estado de embriaguez, por lo que alcanzan, a veces, límites inhumanos en la ejecución. El intérprete debe olvidarse en algunos casos de seguir las indicaciones de "tempo" del compositor, ya que permanecer en un continuo estado de estrés en la interpretación no es aconsejable porque no es ejecutable; y es preferible encontrar un "tempo" cómodo, a estrellarse en un pasaje de notas de carácter virtuosístico. Por ello se debe buscar más la lógica en el pulso. No olvidemos que los alcohólicos no se caracterizan precisamente por poseer el sentido de la lógica. También se comete el error de interpretar a Reger demasiado rápido, o demasiado lento, dando lugar indefectiblemente a un caos en la ejecución, o al aburrimiento. Hay que alcanzar un estado intermedio y entender a Reger desde el punto de vista de la mesura y de orden en las ideas, teniendo en cuenta que no encontraremos melodías que se puedan cantar, como puede ocurrir en Mozart o Schubert, pero descubriremos su pasión por las continuas modulaciones, y una melodía escondida entre los acordes, que el oyente deberá hacerla realidad en sus oídos. Por eso es necesario estar buscando siempre la máxima claridad en la ejecución, dentro del entramado complejo de la obra.
Cuando a finales del siglo pasado Luis II de Baviera promocionó y subvencionó a Wagner, para que finalmente consiguiera representar "El Anillo" en su Palacio de Festivales , el fenómeno Wagner comenzó a evolucionar, y su estilo a influir en el resto de los compositores. Reger pertenecía a la escuela brahmsiana, vinculada directamente con el Barroco alemán representada en la figura de Bach, y podemos afirmar que es el compositor más importante de los que han surgido de la región de Baviera (Wagner era natural de Leipzig). La "música del futuro" que Wagner y Liszt impulsaran, tuvo también influencias en Reger; el concepto de "melodía infinita" que Wagner desarrollara, influye en el lenguaje musical de Reger.
Cuando se toca música de Reger, los permanentes cambios armónicos y la existencia de una armonía un poco indefinida en algunos fragmentos, recuerdan a Wagner, sobre todo en los tiempos lentos; no así ocurre con los movimientos rápidos: un "humor" escondido entre las notas surge como si un apasionado de la cerveza en estado de embriaguez fuese su compositor (hasta se ha producido para el Festival de Weiden la cerveza "Max Reger Oscura") y esto se nota, sobre todo, en los movimientos rápidos. Los lentos, sin embargo, parecen improvisados, difíciles de aprender, pero en ellos encontramos, me atrevo a decir, el verdadero sentimiento de Max Reger; de ahí, una vez más he de insistir en la necesitad de esa práctica
improvisatoria del intérprete de Reger.
improvisatoria del intérprete de Reger.
¿Por qué la figura de Reger en este siglo no ha tenido la merecida consideración en la literatura para piano? Quizá porque Reger no fue un brillante pianista como pudo ser Brahms, en cierta medida su ídolo, compositor que, junto a Chopin, Liszt y Debussy han eclipsado desgraciadamente la figura de Reger en la obra para piano. Cuando un compositor es pianista al mismo tiempo, su obra se difunde con mayor facilidad. Es sabido que Reger era principalmente organista, labor que desarrolló más que la de pianista. En mis viajes a España, cuando acudo a conciertos de piano, observo que se presta más atención a obras de músicos rusos y polacos en detrimento de alemanes como Schumann o Reger. Lamentablemente se olvidan muchísimos compositores interesantes; hoy en día se buscan obras de aplauso fácil.
Concebidas inicialmente casi como música de salón, muchas de las composiciones de Chopin, o de Listz, son las de mayor agrado del público, pero olvidamos esas grandes obras maestras, que pianistas como Arrau, o Kempf, supieron interpretar de forma fiel y respetando las indicaciones del compositor. Yo me pregunto continuamente: ¿qué ocurre con la escuela alemana, qué ha pasado con los herederos del romanticismo alemán? Desde la muerte de Arrau, que fue el último eslabón de la generación de pianistas de la escuela alemana, la cadena se ha roto, y los pianistas rusos invaden la escena. ¿Qué ocurre con las grandes obras para piano de Reger, las "Variaciones sobre un tema de Bach", o las "Variaciones sobre un tema de Telemann". ¿Por qué se hacen transcripciones para piano de obras orquestales, en mi opinión, una falta de respeto al compositor, cuando existen maravillosas obras compuestas para piano, que por sí mismas tienen una calidad inmejorable? A Reger se le debe considerar como compositor universal al igual que a Bach, Mozart, Beethoven o Brahms. A menudo se dedican libros especializados a encumbrar el carácter alemán a través de estos compositores, mientras que la obra de Reger fue totalmente olvidada por las circunstancias de la Segunda Guerra Mundial, y los intérpretes buscaban más la popularidad interpretando a compositores del siglo pasado, como Chopin y Liszt, cuya música era más fácil de escuchar. Pero opino que quizás sería más interesante analizar la literatura musical desde el punto de vista del lenguaje utilizado por cada compositor, o quizá hablar de psicologías humanas en el afanoso intento de expresarse por medio de la música. ¿No pudo ser una simple casualidad que Beethoven, Bach, y Brahms, naciesen en Alemania, y tuvieran la suerte de desarrollar allí su talento?
Para interpretar música de Reger, es imprescindible poseer el sentido de la improvisación; ni siquiera el mismo Reger era capaz de interpretar correctamente sus propias obras para piano; Claudio Arrau afirmó no llegar a aprenderse de memoria las "Variaciones sobre un tema de Bach" de Reger, y sin embargo fue capaz de tocar toda la obra de Bach para piano en concierto. Desde la escuela alemana nos proponemos tomar la antorcha de su relevo.
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