Quién no ha sentido temblor en las piernas, sudoración en las manos, la boca seca, etc. Yo sí. Al menos antes de un concierto con cierto compromiso. Todo pasa, cuando ya empiezas a tocar, y empiezas a confiar en tí y en tu instrumento. Te das cuenta que suena bien, que la caña (dichosa caña) responde, y poco a poco vas relajándote, aunque siempre queda un pequeño nerviosismo, que creo que es necesario, para no "confiarse" y estar muy atento y concentrado. Un artículo que espero os guste, sobre el miedo escénico, es lo que os ofrezco en este publicación.Al final del mismo, el enlace a la página que lo publica, que por cierto tiene mucho que leer y bueno.
Feliz día
El miedo escénico.-
- Detalles
Es muy habitual que el nivel interpretativo en el escenario baje
bastante con respecto al de la clase, por este motivo he decidido
escribir éste artículo que pretende ser un compendio de algunos consejos
que llevo escuchando durante muchos años de los mejores intérpretes que
he conocido, y en relación a lo anteriormente expuesto opino:
“Si la música está pensada para compartirla con otros ¿Por qué tenemos tanto miedo a las actuaciones en público?”
“El
llamado miedo escénico está asociado a la angustia que produce el hacer
el ridículo en público y compromete el autoestima y la confianza”
1.- Visión general
Cualquier situación en la que se toque y se esté nervioso es una actuación y debe tratarse como tal.
Se
esté interpretando para una multitud de trescientos o de tres, para el
profesor o para un amigo, o incluso para una grabadora o audiencia
imaginaria, en el momento que es consciente de que se está siendo
escuchado, se está actuando y se tiene la oportunidad de practicar las
habilidades de actuación.
Actuar es una habilidad como cualquier otra, y hay que aprenderla. Negar esto nos convierte en músicos incompletos.
Una
cosa es la capacidad que se tiene de actuación y otra es la capacidad
de tocar el instrumento; una siempre va a la zaga de la otra.
La
parte negativa es que casi nunca se interpreta tan bien en el escenario
como en la habitación de estudio. La parte positiva es que conforme se
aumenta la capacidad de tocar en la habitación de estudio, la capacidad
de actuación sobre el escenario también se incrementa proporcionalmente.
No hay que esperar que toda actuación sea la mejor, es cierto que en
cada ocasión hay que esforzarse, aunque no tanto para alcanzar la
perfección sino para conseguir consistencia. Hay que procurar conseguir
un buen nivel constante, llegando ocasionalmente a niveles de grandeza.
Hay que esforzarse mucho para mantener y mejorar el nivel medio de
actuación, y hay que tener siempre muy presente que sobre el escenario
no hay ninguna pieza fácil.
Si se intenta tocar por encima de la
capacidad de actuación (aunque se esté dentro de los límites de dominio
del instrumento) nunca se progresará como intérprete sobre el escenario.
Se puede aprender a tocar en el escenario haciendo una escala.
Cuando
se actúa, la audiencia no sabe (a menos que se proyecte el descontento)
si se está en una parte fácil o difícil, algo que además no le
preocupa. El público está ahí para disfrutar de la música, de modo que
hay que hacerle disfrutar. No se debe proyectar las inseguridades en el
público que escucha; ellos no las quieren, y se debe tener en cuenta lo
siguientes puntos:
Dedicarse a disfrutar uno mismo y por consiguiente hay que centrarse en la música.
Mantener
la concentración en las cuestiones técnicas a vencer en cada obra, pero
sobre todo hay que centrarse en el resultado musical que se quiere
transmitir.
Recordar que hay que ser un
artista, no un atleta. Una técnica impresionante sólo debe ser un medio
para conseguir un fin musical. No se debe tratar de competir con otros o
compararse con ellos excepto si es para estimular el propio deseo de
mejorar. La verdadera competición es con uno mismo.
Trabajar
para mejorar la capacidad técnica sólo como medio de lograr una mayor
expresividad. Intentamos crear algo, no impresionar a nadie: “Uno debe enorgullecerse por lo que hace” .
Tener
en cuenta las críticas constructivas que los amigos y profesores
expresen, pero se deben ignorar las críticas destructivas procedentes de
gente insegura de sí misma o que simplemente no le gustas y quieren
hacer daño.
Si se puede, nos debemos liberar
de la preocupación por las expectativas poco realistas de los demás. Hay
que disfrutar del nivel en el que es está ahora mismo mientras se siga
avanzando.
A veces hay gente esperando el momento para criticar y perjudicar, (parece su profesión). Hay que ignorarlos.
Los
problemas de actuación son completamente internos. No hay estrés fuera
de uno mismo. Hay que confrontar la ansiedad de actuación y tratarla en
la mente, en el interior.
En la actuación uno
deber ser consciente de lo que está haciendo y no se trata de hacer un
juicio de valor de uno mismo, ni es una oportunidad para hacer alarde
del ego o para hundirlo, simplemente es una oportunidad para compartir
el placer de la música con otros y hay que recordar que en muchas
culturas se consideran el escuchar música y las actuaciones como una
experiencia religiosa, y este pensamiento debe mantenernos en el camino
correcto.
Cualquiera que venga a la actuación a escuchar los
errores en vez de a disfrutar de la experiencia musical es más digno de
pena que de temor. Se debe usar la actuación como una oportunidad para
el desarrollo, para dar.
No se debe estudiar solo para saber como
se toca una obra, sino que se debe aprender a cómo actuarla y por lo
tanto a expresarla y compartirla con los demás.
Después de que se domine la pieza técnicamente, se debe tocar aplicando estas reglas:
Una
vez que se comience, hay que tocar toca la pieza hasta el final sin
parar. No hacer falsos comienzos. No detenerse a mitad y comenzar de
nuevo.
Cuando se cometa un error, ¡hay que
seguir! Si paramos para corregir el error hemos cometido dos errores. Lo
que ha pasado, pasó. ¡El presente no existe!
Incluso
aunque se haya realizado un pequeño desastre, se debe terminar de forma
sólida y darle a la última nota todo su valor. Nada resulta más
desagradable para una audiencia que alguien que al final de la pieza,
frunce el seño, se queja y se lamenta de su destino.
Cuando
se interpreta una obra completa pueden aparecer problemas que a priori
no existían, por lo tanto se debe realizar una evaluación honesta y
volver sobre las zonas problemáticas, especialmente sobre las conexiones
de las áreas que se han trabajado individualmente.
2.- Visualización
Visualización se entiende como la imaginación con rasgos visibles de algo que no se tiene a la vista.
Si
no se pueden visualizar con confianza las obras que se van a
interpretar, nos estamos abriendo a la inseguridad en la actuación. Hay
que estar seguro de todas las partes que se componen las obras así que
como tener claro los siguientes puntos:
- El nombre de las notas y el solfeo.
- La digitación.
- Las melodías y acompañamientos.
- La estructura general de la pieza.
- No tener preocupaciones técnicas.
- No evocar errores anteriores.
- Y finalmente, ser capaz de visualizar la obra a tiempo con un metrónomo sin dudas ni errores.
Otro
método de usar la visualización eficazmente es visualizar las
actuaciones mismas. Como la ansiedad de actuación es un fenómeno
puramente mental, se debe aprender a recrear vívidamente en nuestra
pantalla mental la experiencia de tocar frente a otros, y tratar con los
miedos donde realmente están, “en la propia mente”. Cuanta mayor
precisión y de forma más vívida se pueda captar la experiencia de una
actuación menos se tendrán que usar las actuaciones mismas como medio de
trabajar las habilidades de actuación.
3.- Relajación
Ponerse
nervioso es la reacción natural al ser el centro de atención. Lo que se
hace con ese nerviosismo es lo que determina si se es capaz o no de
actuar. Intentar ignorar el nerviosismo es engañarse a sí mismo y con
esto se empeoran las cosas.
Tomarlo de una forma agresiva y decirse, "no me pondré nervioso, no puedo estar nervioso"
es igualmente erróneo, por tanto se debe que aceptar el nerviosismo y
trabajar con él. Es necesario canalizar la energía nerviosa hacia una
energía constructiva, y aprender a relajarse.
La relajación es una
técnica, y es tan importante cultivar esta técnica como cualquier otra
que se aprenda sobre el instrumento. Si uno no puede relajar los
músculos conscientemente durante el estudio, tampoco podrás hacerlo en
el escenario.
Los ejercicios de relajación progresiva pueden
darnos un control consciente sobre nuestro cuerpo. A continuación
propongo algunos para trabajarlos en casa e incluso antes de cada
actuación:
- Poner un reloj de alarma para que suene en 30 minutos.
Echarse
en el suelo o en una cama (no demasiado cómodo, o nos quedaremos
dormidos). Comenzar con un extremo del cuerpo, los dedos de los pies o
la cabeza y relajar poco a poco y conscientemente pequeñas partes (cada
dedo del pie, la planta, el talón, el empeine, etc.). Pasaremos por tres
estados de relajación:
- Llegaremos al estado en que normalmente se considera estar "relajado".
- Después la parte que se está relajando se sentirá pesada, como si se hundiera en el suelo.
- Finalmente se sentirá como si desapareciera totalmente, y no se es capaz de sentirla.
- Lentamente debemos ir pasando hasta el otro extremo del cuerpo, hasta que todo se sienta como si hubiera desaparecido.
Se
debe practicar esto una media hora cada día y especialmente antes de
las actuaciones, incrementará la sensibilidad a la tensión y nos hará
capaces de liberarla inmediatamente cuando ocurra.
- Se lleva a cabo centrándose en la respiración.
Respirar
conscientemente desde el diafragma más que desde el pecho (haciendo que
el vientre se contraiga y se expanda). Se debe hacer despacio y en
respiraciones profundas.
Es de vital importancia que se ralentice
reflexivamente la respiración cuando se sienta que empieza a acelerarse,
porque una vez pasado cierto nivel ya no es posible el control y
comienza la hiperventilación.
Como práctica diaria hacer la
regulación de la respiración y la relajación del cuerpo antes de empezar
el estudio. Un intérprete relajado parece que se hace antes con su
instrumento. Halla un nuevo músculo para relajar en cada sesión.
Una vez hecho esto es bueno tocar la pieza muchas veces y a partir de la séptima vez deberíamos empezar a deleitarla.
Antes
de la actuación verdadera, se debe practicar varias actuaciones para
uno mismo. En estas actuaciones de práctica lo importante no es tanto
hacer música como mejorar las habilidades de actuación.
En cada práctica de actuación debe ponerse un objetivo como por ejemplo:
- Si
tienes problemas en la respiración mientras se actúa, ponérselo como
objetivo. Aunque se falle notas, si se respira en calma, de forma
relajada, se puede considerar un éxito en la práctica.
- Practicar por niveles.
- Primero intervenir en nuestra habitación de estudio para una audiencia imaginaria (pero vivamente imaginada).
- Después
actuar para una grabadora (esta es una práctica excelente, ya que la
grabadora nos dará un punto de vista completamente objetivo de cómo
sonamos).
- Tocar para uno o más amigos íntimos, y después para extraños.
- Buscar y descubrir qué situación nos pone más nerviosos, de manera que podamos aprender a manejarla.
Debemos
acudir a actuaciones en vivo de otros intérpretes, tantas veces como
nos sea posible para acostumbrarnos al ambiente del concierto.
Imaginemos que nos acercamos por el pasillo al escenario y nos sentamos
enfrente de todo el público, y comenzamos a tocar una de nuestras obras.
Manejar
cualquier sentimiento de nerviosismo que se tenga como lo haríamos si
estuviéramos realmente en el escenario. Hacerlo con una visualización lo
más vívidamente posible.
Es interesante aprovechar las
actuaciones en vivo como una oportunidad para darnos cuenta de que
incluso los mejores intérpretes se ponen nerviosos y cometen errores.
Las grabaciones están editadas y manipuladas, y por tanto representan un
ideal de interpretación. Nos dan una expectativa poco realista de lo
que deberíamos hacer cuando interpretamos. Escuchar los conciertos con
todas las imperfecciones debería liberarnos de nuestras preocupaciones
erróneas.
4.- El día de la actuación
Este día debemos
hacerlo todo con calma y lentamente. Preparar la ropa, las partituras, y
todo lo que necesitemos para no tener que correr cuando llegue el
momento de salir al escenario. Intentar no practicar excesivamente.
Aplicarse a última hora sólo hace que fatiguemos los músculos y nos
quede una sensación de inseguridad sobre si estamos o no preparados.
Tenemos
que aceptar que estamos bien preparados y todo irá bien. Visualizamos
las piezas, con calma y de forma efectiva trabajar sobre puntos
determinados. Podemos tocar una o dos obras completas. No se necesita
más. Comer ligero y suficiente. Se deben evitar los estimulantes. Llegar
temprano y familiarizarse con la sala y tocar una obra o dos en la
posición en que nos vamos a poner; y visualizar los asientos llenos de
gente.
5.- Durante la actuación
La
concentración es la habilidad más importante en una actuación, y debe
cultivarse mediante la práctica. Mientras estemos tocando, tenemos que
concentrarnos en los medios necesarios para conseguir el fin propuesto, y
este fin llegará por sí mismo.
En vez de preocuparnos por sacar un
buen sonido, mantengamos la mente centrada en lo que tenemos que hacer
para producir un buen sonido.
Cultivar la habilidad de mantener la mente centrada a pesar de las distracciones.
Para
esto puede servir practicar las obras frente a una televisión con el
volumen alto y con dos radios sonando al mismo tiempo en dos emisoras
distintas; si a pesar de todo somos capaces de mantener la mente
centrada en tocar las obras, no tendremos que preocuparnos de mucho
cuando estemos en el escenario.
6.- Cometer errores
Tenemos
que aceptar que la perfección no es posible. Esto no significa que
debamos bajar nuestras expectativas, sino que tenemos que aceptar que
somos humanos y que los errores llegarán; dada la cantidad de notas que
se tocan en una actuación, es poco realista esperar que nunca fallemos
ni una. Consintámonos un cierto número de errores por actuación. Si
aceptamos que pueden llegar, cuando lleguen no nos sorprenderán tanto ni
nos entrará miedo por ello. Diferenciaremos dos clases de errores:
- Deficiencias:
Se
trata de acciones que somos incapaces de realizar en el instrumento, y
son signo de una preparación inadecuada. Estos errores son causa de
preocupación y deben estar en primer lugar en la lista de cosas para
trabajar después de la actuación. Mientras que ésta continúe,
ignorémoslas no obstante, y sigamos adelante. ¡No hay tiempo para
practicar ahora!
- Errores sencillos:
Éstos ocurrirán al
margen de lo bien que nos hayamos podido preparar. Que pasen y a
continuar. Si nuestra perspectiva es suficientemente buena y estamos
centrados en la música, “nos reiremos de ellos”.
Evitar
el error común de ofrecer a la audiencia un comentario de los errores
que vayamos cometiendo, ya sea con gestos o movimientos: "uup, lo
siento... otra vez..." y comentarios semejantes no son ejemplos de buena
comunicación con la audiencia. Cuando cometamos un error,
silenciémoslo. Casi siempre seremos los únicos en notarlo.
A la
audiencia debemos mirarla como amigos, no como enemigos. Lo único que
quieren es escuchar música, y quieren que lo hagamos bien.
Consecuentemente, ellos apoyan nuestros esfuerzos, y no tratan de
minarlos. La gente que venga a no escuchar otra cosa que nuestros
errores, es digna de lástima, ya que se está perdiendo completamente la
música.
Si tenemos que hablar con la audiencia para dar algunas
explicaciones de las obras, debemos ser nosotros mismos. Tratar de
parecer pomposo y formal, o siendo excesivamente próximo en plan
"colega" lo único que conseguiremos será alienar la audiencia.
Prepararnos
bien lo que vamos a decir es muy importante para saber de lo que
estamos hablando. Uno no inspiraría confianza en la audiencia si empieza
a decir, "la siguiente obra que voy a tocar, mmm, está compuesta por,
mmm, Mozart. Se trata de su, mmm, sonata, que es una especie de pieza
grande, con movimientos y notas, etc...".
Cuando actuemos, tenemos
que sentirnos grandes, dejar que los hombros se ensanchen, que los
brazos y dedos se expandan; esta relajación libera la circulación y
permite a la sangre fluir por los dedos, permitiéndonos tocar incluso,
en un escenario frío.
La mayoría de la gente piensa que todo suena
muy bien en la habitación de estudio, y después cuando suben al
escenario, todo suena fatal. A esto hay que darle la vuelta por
completo. En la habitación de estudio uno debe ser hipercrítico en todo
lo que esté oyendo, porque entonces se tiene la oportunidad de
cambiarlo. Una vez que estemos en el escenario, no hay tiempo para nada
de esto, de modo que hay que aceptarlo tal como es y enfocarse en lo
positivo, en lo que suena bien. Los problemas podrán resolverse de
vuelta a casa.
A veces puede parecer en el escenario que el tiempo
se detiene. Todo se ralentiza y dura más. A muchos les atemoriza esto, y
piensan entonces, "Dios mío, ¿va a terminar esto alguna vez?" Este
fenómeno puede utilizarse como una ventaja si somos capaces de
mantenernos concentrados en lo que tenemos que hacer para realizar una
buena interpretación.
Recordemos:
- Tenemos que tomarnos nuestro tiempo.
- Nadie nos impone prisa.
- Tomemos todo el tiempo necesario para prepararnos física, mental y emocionalmente, y
- Nunca comenzar una obra hasta que estemos concentrados y preparados.
Es
bueno tener un ritual y repetirlo siempre que se sube al escenario, y
realizarlo en todas las prácticas de actuación. Si conseguimos
convertirlo en un hábito inconsciente puede ayudarnos de forma muy
efectiva para instaurar un estado inicial de concentración. Usemos este
ritual para detener cualquier problema predecible que pueda perturbar
nuestra confianza mientras actuamos.
Una muestra podría ser la siguiente:
- Comprobar la colocación del instrumento, del atril, de las luces, etc...
- Hagámoslo todo con calma. Respirar profundamente para calmarnos.
- Comprobar la afinación.
- Colocar ambas manos y/o embocadura en la situación adecuada para comenzar la pieza.
- Cerrar
los ojos y marcar el tempo con el que vamos a comenzar, y tener en
cuenta que si estamos nerviosos tenderemos a tocar más rápido o a
acelerarnos conforme vayamos avanzando en la obra, de modo que puede que
tengamos que comenzar a un tempo que nos parezca en principio lento.
Con frecuencia el nerviosismo distorsiona la percepción del tiempo
haciéndonos creer que la velocidad a la que tocamos la obra normalmente
es demasiado lenta.
- Solfear y visualizar la primera frase de la pieza.
- Comenzar la obra con decisión. (¡y no olvidemos mantener la respiración lenta y profunda mientras tocamos!).
Tras
la actuación mostremos nuestro agradecimiento a la audiencia por
escucharnos y nunca nos disculpemos por lo que hemos hecho. Si se ha
hecho lo que se ha podido en el momento, no tenemos por qué
disculparnos. Censurar la propia interpretación ante alguien que nos
está aplaudiendo no sólo revela la falta de autoestima, sino que también
insulta al que escucha. Es como decirle que si ha disfrutado con la
interpretación es por su mal gusto.
Cuando estemos solos
debemos evaluar la actuación honestamente y trabajar sobre los problemas
que hayamos descubierto bajo el estrés de la actuación. Sobre todo no
nos castiguemos por lo que hemos hecho. La verdadera perspectiva de la
actuación no está en lo que esperemos hacer en el futuro, sino en cómo
lo hicimos en el pasado. Centrémonos en lo que hemos conseguido y en lo
que podemos llegar a hacer en la próxima actuación.
7.- Bibliografía
- “Cómo superar la ansiedad escénica en músicos” de Guillermo Dalia
- Revista “Ocho sonoro”
Manuel Ureña Delgado
Fuente;
http://www.csmcordoba.com/revista-musicalia/musicalia-numero-2/212-el-miedo-escenico