Richard Wagner compuso el “Idilio de Sigfrido” en 1870, obra que también fue conocida como “La obra de la escalera”, porque en tan insólito auditorio se interpretó por primera vez. La escalera era la de la propia casa de Wagner, donde Cósima, su esposa, dio a luz a su hijo Sigfrido. El Idilio fue el regalo que Wagner hizo a su mujer y al resto de la Humanidad.
Estructuralmente el “Idilio de Sigfrido” es una especie de “collage” formado por diferentes escenas de la Tetralogía “El Anillo del Nibelungo”, especialmente de la segunda jornada: Sigfrido, aunque el tema principal es la consecuencia del “blickmotiv” o “motivo de la mirada”, leitmotiv motor de “Tristán e Isolda”.
Existe, pues, un vínculo muy estrecho que une la obra wagneriana, tanto en lo estrictamente musical como en lo psicológico. Fue la cruzada de Wagner, la proclamación del Amor Trascendente, y para ello recurrió a la mitología postromana, cobrando nuevamente un sentido universal e intemporal. Por tanto, el “Idilio de Sigfrido” representa la síntesis del ideal wagneriano; es “Tristán e Isolda”, “Lohengrin”, “Tannhäuser”, el “Anillo”. El “Idilio” cierra el ciclo, “Parsifal” es la consecuencia de acceder al Amor; alcanzar el Conocimiento. Y el camino para alcanzarlo va hacia adentro; es la reconciliación con el Alma-Isolda-Brunnhilde y su emancipación sobre la Mente-Morholt-Fafner. Es la redención por el Amor.
Desde un punto de vista simbólico-cultural vemos patentado en esta obra, a groso modo, los arquetipos triádicos, tetrárdicos y pentálficos que tienden a fundirse... al idilio.
Tomando la obra en su totalidad -405 compases-, y relacionando estos arquetipos con sus equivalencias numéricas, nos encontramos, sorprendentemente, con una estructura geométrica de doble sección áurea1, esto es, el cambio que se produce entre los compases 147 y 148 pasando del compás de 4 al de 3 tiempos, marcando un punto de inflexión y de reflexión. Cuatro inquietantes compases, electrificantes si se me permite, de valores largos trinados que, aplicando la fórmula geométrico-matemática de la sección áurea, ofrece un porcentaje en número de compases idéntico al que se produce entre los compases 258 y 259, con el regreso al compás de 4 tiempos, mostrando una nueva sección áurea desde el final.
Los antiguos griegos concedían atributos mágicos (léase beneficiosos) a esta proporción matemática. En 1509 el matemático fra Lucca Paccioli, en su libro “De divina proportione”, fijó el secreto de la belleza en esa “proporción divina” a la que Leonardo da Vinci llamó “Sección Aurea”. Desde la antigüedad esta proporción fue la clave de diversas construcciones. El alemán Zeysing la encontró en el Partenon, Erection y la pirámide de Keops. En el renacinueuio se convirtió en la ley armónica de obras de arquitectura, pintura en Pieto della Francesca, Durero, Rafael y Miguel Ángel con su “Creación como ejemplo más significativo y también en escultura. Contemporáneamente, Le Corbusier sé basó en sus propiedades para establecer su teoría del “Modulor”. Incluso en el cine aparecen numerosos planos de sección áurea.
Todas estas propiedades son fácilmente explicables atendiendo al viejo axioma de que “todo vibra”. No es ajeno para nadie el efecto de la radioterapia, ecografías, resonancias, etc. La ciencia ha medido la vibración de la materia desde sus manifestaciones más elementales hasta la de los astros, independientemente de la incapacidad humana para tales percepciones -aunque ello no nos priva de credulidad-.
La sección áurea se patentiza más claramente a través de las formas geométricas que son consubstanciales a la técnica compositiva del arte pictórico, ya que las formas, al igual que los colores, no son sino frecuencias vibratorias que se encuentran por encima o por debajo de las ondas vibracionales en las que se encuadra el sonido. Por tanto, la Música encarna todo el potencial vibratorio que el oído humano es capaz de captar. Y yendo más profundamente al tema que nos ocupa, los efectos sobre nuestro cuerpo físico, mental y emocional son tan acusados como las prácticas vibratorias más arriba mencionadas.
Blickmotiv
De aquí se desprende el tema del oboe en el compás 91, por inversión del motivo principal, y éste, a su vez, toma una fracción del mismo e invirtiéndola conflgura el que podría denominarse ler. Motivo del “Idilio”, ya que se encuentra al comienzo de la obra. Es la inversión de los temas lo que genera temáticamente la estructura de la primera parte, correspondiente a la 1ª sección áurea. Inversión motívica y compositiva en el sentido de que la obra se va desarrollando, dentro de esta sección, de atrás hacia adelante, lográndose con ello una lectura cíclica e integradora.
El mito de Tristán, al igual que el de Sigfrido, conduce al interior de la psique humana, en un claro debate entre el Amor romántico2 y el Amor espiritual.
Retomando los arquetipos simbólicos se observa que el arquetipo triádico se corresponde con el Alma-Isolda, y alcanzarla es la cruzada personal del hombre universal. Así lo representa Wagner en la sección del compás de 3 tiempos; es el fin pretendido. El tetrárdico, representado en la 1ª sección con el compás de 4 tiempos, simboliza la personalidad, la materialidad proyectada en Tristán. El anhelo de éste por conquistar su complementario, Isolda, está representado con los saltos ascendentes de 8ª y 5ª en la melodía del tema. Estos cambios interválicos como una especie de obstinado irregular: en Nothung abriéndose camino.
El arquetipo pentálfico o pentagonal lo ofrece la naturaleza en infinidad de ejemplos, el más importante de todos es el ser humano, tal y como lo representó Leonardo en su “Canon”. La gama físico-armónica muestra a la tríada -y su equivalente arquetípico- como fundamento que rige el sistema musical de los últimos 5 siglos en occidente. Así la tríada:
El tema del “Idilio” se basa en estos 5 sonidos, transportados a la tonalidad de Mi mayor, y con él son representados conjuntamente el aspirante (Tristán) y el objetivo (Isolda). Para que el primero logre su propósito y consiga ernanciparse de sí mismo y de su materialidad para conectar con su complementario, deberá aniquilar a Morholt y navegar después por el subsconsciente (viajar por el Rhin o atravesar el mar rumbo a Irlanda) para reunirse con lsolda.
Un alquimista medieval dijo en cierta ocasión, «sólo lo que se puede separar puede ser unido adecuadamente». Los componentes masculinos y femeninos se hallan tanto en el hombre como en la mujer de una manera complementaria, aunque no siempre equilibrada. Ambas han de estar presentes y potenciados convenientemente para la formación integral y psicológica del ser humano.
El arquetipo triádico y el de la Unidad, representado con la figura geométrica circular, son proyecciones de la perfección.
En la notación musical renacentista el compás ternario era representado con un círculo abierto o cerrado por completo dependiendo del grado de equidad en su “prolatio” o subdivisión de medida, es decir, cuanto mayor es el equilibrio entre sus partes mayor es el grado de perfección.
La forma cíclica domina la estructura del Idilio, tal y como se indicó con respecto a la 1ª parte. El tema también es consecuencia del tema principal, variado:
A partir del compás 200 conviven los dos temas: la unión se ha consumado, Tristán e Isolda. El círculo se ha cerrado completamente.
En la 2ª escena del 2º acto de “Sigfrido”, mientras éste va en busca del temible dragón Fafner, es perseguido por un pajarillo que no cesa de llamar su atención. Más tarde, tras una encarnizada lucha, nuestro héroe consigue clavar su espada (Nothung) en el corazón del dragón; la sangre de Fafner gotea por el filo del arma hasta tomar contacto con la mano de Sigfrido, que fuertemente la empuña. En ese instante Sigfrido comprende el lenguaje del pajarillo cuya plática no era sino guiarle hacia Brunnhilde, hacia su Alma.
Este mito explica cómo el hombre, al librarse del cuerpo mental, que es el que alberga, los prejuicios, las fobias y demás condicionamientos, puede alcanzar un nuevo estado de conciencia. La mente es aquí representada por el dragón Fafrzer que al fenecer otorga a Sigfrido la llave del Conocimiento. El parafilia representa esa Conocimiento que, simbólicamente, proviene de las alturas, de la divinidad.
En el compás 259 comienza la 3ª parte del “Idilio”, correspondiente a la sección áurea que se forma desde el final de la obra. Aquí es donde se retoma el compás de 4 tiempos con un tema desarrollado por la trompa 1ª, instrumento asociado a la caza, que representa a Sigfrido en busca de su presa. Las breves apariciones del clarinete y de la flauta simulan al inquieto pajariio. Ambos conviven durante algunos compases, adquiriendo cada vez mayor insistencia los instrumentos de madera hasta que a partir del compás 275 la Música -narrando la lucha- penetra en una ambigüedad tonal que desemboca en el 286 regresando el tema principal con su variación: Tristán e Isolda.
c.259
En cuanto a la instrumentación, que originariamente consta de 13 instrumentos, cabe destacar que se halla incompleta hasta el compás 295 donde la trompeta, único instrumento que todavía no había aparecido, irrumpe con vigor adquiriendo un tono de fanfarria, festejando la sagrada unión. El objetivo se ha cumplido.
A partir de ahora sólo resta dejar que Tristán e Isolda se amen. Esto es lo que Wagner muestra de una manera muy gráfica a partir del compás 358, donde los dos instrumentos que retoman el tema, violín y violoncelo, tienen una clara identificación con los protagonistas de esta historia: en la lengua del compositor violín se traduce por “Die Geige”, es decir, es un substantivo femenino, o sea, Isolda quien dialoga en sublime idilio con el violoncelo, “Das Violoncello”, o sea, Tristán esto es, substantivo neutro, sin dirección, incompleto hasta que se ha reconciliado con su Alma.
El “Idilio de Sigfrido”, compuesto hace casi 130 años, toma vigencia y, como el resto de manifestaciones que alcanzan el rango de Arte, se convierte en intemporal.
Richard Wagner ha mostrado el camino, es el legado para el hombre futuro. El ideal hacia el cual avanza la Humanidad.
NOTAS:
1. La forma geométrica que más claramente ilustra esta proporción es el rectángulo. En la “Creación” de Miguel Angel el punto exacto donde el dedo de Adán toca el dedo de Dios corresponde a esa línea imaginaria que está incluida en el rectángulo de acuerdo con la sección áurea.
2. El término “romántico” apela al significado acotado y excluyente que popularmente se dota al amor, es decir, al amor de pareja, al grado rancio y emotivo, al sentimiento egoísta de posesión muy lejos del concepto “romántico” caracterizado por el ideal universalizante y fraternal, como es el amor espiritual, dentro del Romanticismo como época histórica con todo su potencial filosófico.
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