La amistad entre clarinetistas y compositores nos ha dejado un gran núcleo de piezas muy importantes. Mozart compuso para su amigo Stadler, Weber para su amigo Baermann, Brahms cuando conoció a Mühlfeld volvió a la composición y le dedicó sus piezas... y Ludwig Spohr (1784-1859) también tuvo un amigo clarinetista, Simon Hermstedt, para el que compuso sus cuatro conciertos para clarinete. Spohr estudió violín y era un gran virtuoso de este instrumento. De hecho, en sus piezas para clarinete podemos descubrir como en muchas ocasiones escribe para el clarinete de una forma tan virtuosa como si fuese un violín.
Spohr también fue un gran director de orquesta y a él le debemos dos ocurrencias-innovaciones: fue el primero en utilizar una batuta y también el primero en comenzar a utilizar las marcas de ensayo, así que cuando un director golpee con la batuta el atril y diga: "desde la letra A de ensayo", podemos recordar estos dos "inventos" de Spohr.
Sin embargo, las Seis Canciones Alemanas nos ponen en contacto con la obra camerística de Spohr, quizás menos conocida. Este opus 103 fue compuesto en 1837
Desde 1809, año en el que fue nombrado Konzertmeister en la ciudad de Gotha, Spohr había estado componiendo canciones con acompañamiento de piano (lieder). A pesar de las cerca de 90 canciones que compuso, la forma lied no era uno de los principales intereses compositivos de Spohr, más interesado en sinfonías y óperas. A través de la utilización de agrupaciones inusuales Spohr se aventuraba en obras que le llamaban más la atención y de ahí su interés en la composición de estas canciones, con parte obligada de clarinete. Su amigo Hermstedt fue el que le pidió que compusiese estas canciones y que las dedicase a la princesa Sondershausen (esta princesa le regaló un anillo en agradecimiento por la dedicatoria). En pocas semanas, Ludwig Spohr tenía preparadas las piezas, en las que trata al clarinete en muchas ocasiones de una forma concertante, sin olvidar que Spohr apreciaba el cálido sonido del clarinete, por lo que también explota las posibilidades expresivas del mismo.
Los Lieder que nos presenta Spohr tienen una forma estrófica, adaptando la música a la estructura del poema, utilizando en muchas ocasiones las repeticiones para que los versos casen con la música. Las seis canciones hacen referencia a ideales expresivos y muy recurrentes del romanticismo. Aunque no vamos a analizar las seis canciones en profundidad, un pequeño vistazo al título de las mismas nos puede ayudar a entender ese universo expresivo
Fuente; de la página web del Conservatorio de Segovia-
Vaya amiguitos,esos sí que merecen y valen la pena tenerlos.
ResponderEliminarJóse A. imaginate cuando llegara el señor Spohr, con la partitura debajo del brazo y le animara a su amigo a que tocara lo que en ella le traía escrito.La cara que pondría el amigo clarinetista al verla " pero esto es para mí,que te crees que soy un violinista", eso no hay quien lo toque.
De mi cosecha para tí.Gracias.